domingo, 30 de agosto de 2009

cementerio de San Cataldo, Módena (Italia) - Aldo Rossi


primero está el color
y el brillo y la magia del deslumbramiento sobre la piel


ahora busco una forma simple, que contenga en sí misma el germen de una gran complejidad
he oído esta forma, en gotas, como una especie de luz líquida que se derrama sobre la materia
luego, me he quedado con el vacío


no uno convencional, por supuesto
hablo de un vacío preñado de sentido, este que conmueve y ordena
que introduce la sorpresa
y nos instala en el silencio


Sí: hablo de un edificio
de aquel, y aquel


tú, que empiezas a conocerme, ya sabes de cual estoy hablando...

lunes, 24 de agosto de 2009


“Maeterlinck, uno de los paladines, y uno de los primeros compositores anímicos del arte moderno que producirá el arte de mañana, dice:

‘No hay nada sobre la tierra que tienda con tanta fuerza a la belleza y se embellezca con mayor facilidad que el alma… Por eso muy pocas almas resisten en la tierra a un alma que se entrega a la belleza’."

Kandinsky, Wassily, De lo Espiritual en el Arte, Labor / Grupo Editor Quinto Centenario, Bogotá. 1992

miércoles, 19 de agosto de 2009

miércoles, 12 de agosto de 2009

limbo


Hasta hace poco, la figura de la adolescencia parecía innecesaria. Los niños empezaban a trabajar con sus padres - el trabajo infantil no era un pecado - en labores pequeñas que se ajustaban a sus capacidades físicas y mentales, y poco a poco aprendían un oficio, con todo lo que ello implica.

Se aprende mucho trabajando; sobre la vida, el juicio y el sentido del deber.

Superada la infancia, los hombres y las mujeres jóvenes eran plenamente responsables por sus actos y sus vidas. Pocas expectativas de longevidad tenían, razón por la cuál los procesos eran rápidos y definitivos. O bien se ingresaba plenamente en un aparato productivo, jerarquizado por la experiencia y el talento; o se optaba por el riesgo de apartarse de lo conocido y aventurar. El tiempo, al final se encargaba de poner a cada uno en su sitio.

El hijo del cantero, por ejemplo, apoyaba a su padre tallando piedras durante un tiempo, y luego decidía si continuaba manejando el taller familiar o si prefería usar sus conocimientos para hacer edificios enteros; como Mies.

Ahora, por el contrario, tras la infancia se ha construido una prolongación extraña de aparente padecimiento, que permite una irresponsable asunción de la adultez. Despojados de todo afán de coherencia, los adolescentes pierden su tiempo, su fuerza y muchas veces las oportunidades más valiosas que la vida les ofrece, jugando a ser grandes sin asumir las responsabilidades implícitas en cada uno de sus actos.

Vendedores de necedades de toda clase, promotores de modas efímeras, proxenetas, jíbaros grandes y pequeños, adultos fracasados que buscan mercado para sus tonterías y enfermos que se encargan de ocultar sus miserias en el delirio colectivo y permanente; promueven, entre otros, este estado artificial del desarrollo humano. Como en la consigna que propone dividir para reinar, algunos debilitan lo más sano y fuerte y hermoso de la juventud, enfrascándola en el círculo vicioso de la inutilidad, y en la enfermedad del ocio que deriva de la inconsecuencia, para obtener algún oscuro beneficio.

Entre los inconscientes, contagiados por un extaño síndrome de Peter Pan, el sufrimiento se hace tara; contagiosa, peligrosa, dolorosamente triste...

domingo, 9 de agosto de 2009

respuesta a un comentario

Un anónimo lector reclama la aparente incoherencia de este espacio. No sabe - afirma - si se trata de un diario de las relaciones sentimentales de la autora, o una colección de textos sobre arquitectura. Y tiene razón en dudar de qué se trata. Para aclarar sus dudas, debo confesarle que Esto y lo Otro nació hace dos años como una larga, larga carta de amor.
La comunicación entre dos seres separados por una enorme distancia, pero unidos por el entusiasmo que les producía el arte, sirvió como disculpa para pensar en mil temas, oir bonitas canciones, revisar citas de algunos libros de arquitectura y, claro, expresar los sentimientos de la dueña de estas palabras.
Sin embargo, una profunda decepción ("hay golpes en la vida, tan duros...", dice Vallejo), borró de un tajo el contenido acumulado durante casi dos años. Murió, con las entradas eliminadas, el registro de una conversación que siempre quise hacer interesante y divertida, cariñosa y estimulante. Al parecer, a nadie le importó demasiado que desapareciera el fruto de mis esfuerzos sostenidos de muchos días, ni mis palabras más bonitas, razón por la cuál dejé de pensar en la necesidad de hablar a alguien, y en cambio me encerré en mis propias ideas.
Verá, el anónimo lector: siempre he supuesto que es difícil comunicarse conmigo. Más he aquí que, en aquellas oportunidades en las que he propuesto una conversación pausada y generosa, en las que he abierto un espacio para platicar tranquilamente y en las que he mostrado el fondo de mi alma, me ha respondido el eco de mis propios pensamientos - nadie contesta.
Así, estimado anónimo, resuelvo la duda que parece estar implícita en su comentario. De paso me doy cuenta del momento en el que vivo. Efectivamente, este - mi blog - es ahora un monólogo incoherente, que se debate entre el amor por un oficio noble y hermoso, y la tristeza que me produce saber que mi destino parece ser solitario.
Escribo cada vez que me dan ganas de hablar con alguien que no existe - me dirijo a algún ser generoso que, sin buscar un orden que no tengo, simplemente entienda que mi corazón está puesto en cada una de estas entradas desordenadas.
Soy yo este desorden. Porque - alguna vez cité a Ramón Ángel Correa, poeta colombiano - cuando aspiré a algo organizado y bello y trascendente, "todo me trampió".
No aspiro a nada claro ahora...